sábado, 27 de septiembre de 2008

PALABRITAS DE ANOMIA

Nadie es culpable en estos tiempos, seguramente debamos agradecer estas comodidades a la división del trabajo. Gracias a ella, somos todos parte infinitesimal, imposible de integrar para el intelecto común, que logrará fácil esquivar las culpas de la mano de una parcialidad.
Y tiene que ver con la realidad que nos toca vivir. Con aceptar que cualquier cosa que hagamos involucra a un sin numero de personas que son tanto o más necesarias que nosotros dentro del proceso ¿Es malo esto? Por lo pronto nos mantiene unidos ¿Es bueno eso? Siempre con tantas preguntas.
Ausente la moral, presente la anomia que Durkheim no tardó en identificar, pudiera pensarse que esta insignificancia es necesaria. Es feo ser insignificante, sentirse insignificante, o debería serlo. Pero la insignificancia tiene lo suyo, tiene su parte de comodidad, y eso es mucho en estos tiempos. Si soy insignificante, mis acciones también lo son ¿Quién podría imaginar las implicancias de una acción en tamaña división propuesta por los tiempos que corren? El hombre parece decirse “solo soy parte” y se dice “solo soy un hombre” (lo he escuchado). Por más que intente hacerse cargo de sus culpas, necesitaría un intelecto mucho más trabajado para poder encontrar las causalidades de sus acciones. En contraposición entra en juego la casualidad, solo en la medida en que la causalidad le a dejado lugar, se ha desligado de sus responsabilidades. Y entonces no resulta tan complicado entender la dilución de las culpas, los mecanismos de vida y de muerte que tanto nos rodean. Solo es necesario pagar los impuestos, votar de vez en cuanto y seguir con nuestras vidas, ya expiados de los males que nos rodean, que no por cualquier cosa son tan ajenos.

*anomia= ausencia de normas compartidas.