lunes, 26 de enero de 2009

DE LAS RELACIONES MACRO Y LOS INDIVIDUOS SIMPLES

Las relaciones de estas macro estructuras que se forman y desforman una y otra vez, que lo hacen cada vez con mayor velocidad partiendo desde desconfianzas mutuas, no hacen más que pensar en ellas mismas. Evalúan su factibilidad momentánea, tienen en cuenta los costos de una separación. Hablan de costos y beneficios. Son las parejas y tríos y quien sabe que otro tipos de orgías que surgen entre las empresas en este nuevo ámbito del mercado y sus flujos. Son extrañas parejas o conjuntos de relaciones que por lo menos han aprendido a no sufrir los síntomas histéricos que agobiaban las conciencias antiguas. Ellas pueden hoy estar con uno y luego con otros, ese/esos con los que están son solo medios en un tiempo en que los fines son los propios en la medida que el mercado lo permita. Ya no sufren, ya no existe espacio para el abandono, se han vuelto empresas fuertes, autosuficientes, el ambiente en el que se han criado así las ha forjado. Y bien por ellas que logran la madurez suficiente, para dejar ir el amor cuando ya los intereses son otros logrando la grandeza de no pretender atrapar, de no hacerse presos de una simbiosis para así poder “dejar ir”. Son maduras y saben que lo mejor para las partes es la libertad y nunca el encierro, saben que cuando un amor termina otro amor puede aparecer, son concientes de todo esto y actúan a conciencia. Es la llegada de una nueva era, de menores sufrimientos y más comprensiones.
Pero olvidan estas grandes empresas, que sus relaciones implican más que sus propios tiempos, que en esa mecánica fluida y prospera que han encontrado se inscriben otras relaciones, la de los hombres ordinarios, que erigen sus vidas sobre las propuestas de esos marcos surgidos entre las empresas. Que viven, aman, odian, necesitan y sufren dentro de esos marcos. Que necesitan amar, odiar, necesitar y sufrir porque eso es parte de sus formas propias. Han olvidado las empresas que el individuo lejos de haber superado la histeria de los tiempos modernos, lejos de poder admitir las pérdidas con altura, lejos de superar necesidades simbióticas en sus relaciones. Hacen lo que pueden en esa fluidez que se les ha impuesto, que cambia de rumbo sin preguntarles, que nunca podrá ser tomada con la altura necesaria para encontrar una verdadera forma de reciclaje por el simple hecho de que no es propia y esto imposibilita el aprendizaje.
Porque mientras una empresa decide el divorcio y una nueva relación, mientras una empresa deja ir a su pareja, corta el lazo en pos de la libertad, no recuerda los hombres que dentro de esa relación habían surgido, erigido sus casas y vidas. No entienden o no gustan de entender que sobre los lazos artificiales que el mercado crea entre ellas, sobre sus casamientos y orgías, sobre los flujos que entre ellas aparecen, es ese lugar imaginario el que le ha quedado al individuo para hacer crecer su árbol, construir su casa, amar sus amores y odiar sus odios. No les importa saber que cada vez que ese lazo artificial se corta los hombres que habían construido sobre la base de esa artificialidad caen mientras ven que se derrumban sus efímeras e impares ilusiones.
Solo les queda a los hombres desear que su lazo tarde en cortarse, que esa artificialidad perdure lo más posible para no verse obligados a caer en una realidad que ya no es suya, que nunca lo fue, que ni siquiera es realidad solo flujo. Dios no permita al hombre simple, ser el excremento de alguna relación de la que no fue ni juez ni parte….

//ricardo alonso//

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