viernes, 28 de septiembre de 2007

AGORAFOBIA




Se dijo que no era un sueño y menos de Kurosawa. No era un sueño porque era demasiado real, le faltaba gracia para serlo. No era de Kurosawa por la misma razón. Tenía que admitir que compartían esa atmósfera pero el túnel no era el problema. Miles de veces había pasado por ahí. Nunca le había temido a su oscuridad, su frío, sus ecos. Los gruñidos. Ahí si un escalofrío por la espalda, ahí si las palpitaciones y las ganas de correr. Y a su costado las rocas frias ya avisaban la proximidad de la noche. El sendero largo a su casa ya quedaba demasiado a trasmano. Miró de nuevo hacia el túnel y una brisa lo empujó tratándolo de cobarde. Estaba ahí, sintiendo las asperezas del camino de tierra, escuchando aquellos gruñidos. El viento y el miedo lo empujaban, reclamándolo como una simple pertenencia. Se dijo –no seas boludo- y pensó que ya era tarde para volver por el camino que bordeaba la montaña. Los gruñidos seguían mientras daba sus primeros pasos hacia la oscuridad. Gruñidos, ecos, pasos, gruñidos. Todo tomaba cuerpo en ese silencio de rocas y humedad. –Solo unos cuantos metros… solo unos cuantos metros.. – ya no veía la entrada ni la salida. Todo era oscuridad, los gruñidos lo rodeaban, rebotaban en todas direcciones -…será un perro y nada más…- Pero era demasiado, sus piernas se dormían, se sintió como en un sueño de Kurosawa. Sus pasos se volvían lentos, cada vez más –vamos, solo unos metros… es un perro nada más- Caminó por inercia sin demasiada noción de tiempo y dirección –solo unos metros- las palpitaciones ya eran inaguantables, casi tanto como ese sonido y esa oscuridad. Gruñidos, ecos, gruñidos…
Entonces la luz allá lejos y todo que comenzaba disminuir, caminó tembloroso, a cada paso más tranquilo. El miedo seguía y los gruñidos le rasguñaban la espalda pero cada vez menos. No miró hacia atrás, no se animaba. Cuando se dio cuenta ya estaba afuera y sonrió mientras se alejaba unos cuantos metros. Ya no importaba que había sido aquello, ahora una felicidad lo inundaba. ¡¿Cómo explicarla?! Se paró un instante, pensó en su casa, el calor del hogar, la cama, la puerta, la llave. Cerró los ojos y disfrutó de la brisa pero entonces todo se fue. La sonrisa, la felicidad, la casa, la llave. Se dio vuelta hacia el túnel de ojos grandes, su cara de nuevo había perdido el color. Los gruñidos seguían ahí. Se dió cuenta que importaba ¿Qué era aquello? ¿Tendría que sufrirlo todos sus viajes? ¿Todos sus días? Una tristeza se apoderó de él. Mientras esos gruñidos existieran, seguirían siendo dueños. Dueños del túnel y de él. Se dijo resignado –mañana voy a tomar el camino largo que va a la aldea-
//malaprendidos//

1 comentario:

Anónimo dijo...

decir mucho sin decir nada.. el poder de generar temor en el que lee, sin entrar en detalle de lo que se escribe.
Gracias por la lectura que acelera el corazon y activa la mente.
La imaginación en plena actividad!!