sábado, 15 de noviembre de 2008

DE LA CURISIDAD Y LA INDIFERENCIA

...porque es como eso que leí por ahí, engloba muchas cosas dentro de las cuales el amor no puede sentirse muy especial. Todo se centra en el misterio, en la curiosidad, las ganas de penetrar en lo oscuro, las ganas de develar, la esperanza de encontrar. Cuando esto desaparece es el triste momento en que la curiosidad le cede el paso a la indiferencia. Y esto significa muchas cosas, significa modos de vida, maneras de sentir y de pensar. Así, cuando se pierde la curiosidad por la vida, el hombre pasa a vivir con indiferencia. La vida pasa a ser simple, indivisible, “entendida” y ¿Qué queda para el que la vive? O cuando se pierde la curiosidad por ese otro “objeto de amor” ese amor deja de serlo, el objeto pasa a ser indiferente, suplantable, desechable. Solo otro individuo, otro objeto provisto de lo que mañana ya no será suyo. Y así el amor pierde su seducción desde sus objetos.
Por eso asombra en este mundo, escuchar a aquellos que se dejan atraer por la indiferencia, que ante cualquier pregunta certera intentan el escape con un gesto de hombros que piensan, los deja “bien parados”. Pareciera que no ven el inminente final que expresa la falta de curiosidad a la que estos tiempos nos empujan. La falta de curiosidad de una vida desinteresada que nos deja sin la seducción de los objetos, que aparecen en los extremos. O demasiado oscuros para echarles luz o demasiado iluminados para atraernos a descubrir. Será otro de los ambientes a tener en cuenta para quienes quieran manejar los hilos; Entender sobre que temas y en que momentos el hombre común debe ver las luces o temer a las sombras. Manejando las luminosidades y con ellas las seducciones. Develando o no los misterios. Marcando oscuridades herméticas o enigmas muy sabidos que no hagan más que llamar a la indiferencia.

ricardo alonso
mal aprendidos

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