domingo, 5 de agosto de 2007

ENTRE LOS GRITOS, LLANTOS Y FORCEJEOS

Sus ojos estaban grandes y me pinchaban esperando una respuesta. ¿Como explicarle? ¡Como no insultarlo!
¿¡Que carajo era eso!? Puse una sonrisa y se dio cuenta que era falsa porque sus facciones tomaron firmeza. Miré el piso, luego volví hacia él porque algo le tenía que decir. Me quede callado. Lo bajó y fue él quien continuó -No te gusta…- Su rostro volvió a comprimirse pero ya no era la misma sonrisa. Ahora era más bien una de perdón, la del niño que se manda una cagada. ¿Yo tenía derecho? Mis propias manos habían fracasado. No tenía, pero mi cara ya lo había dicho y la suya también. Nos sentamos y tomamos el café, hay silencios y silencios. Este era incomodo. ¿Como puede ser, tan difícil plasmar algo que veo tan claro en mi cabeza? Que estupido pensar que él correría mejor suerte ¡Veía la hoja, sus límites, sus tonos, los personajes, sus posiciones! Era el maizal aquel de cuando niño, se extendía hasta el horizonte. Cualquier imbecil podía imaginarlo. El sol era negro derramada su tinta. Desde ahí partían las hileras, desde el horizonte digo. Algunas terminaban a mitad de camino entre ese horizonte y yo, otras desaparecían de la hoja por los costados, eran las muertes dejando, cosechando en aquel maizal. Muertes simples, de hoz y ropa negra ¿Tan difícil el punto de fuga? Casi se podía escuchar los silbidos des sincronizados de aquella cosecha. -Todos en el tallo, siempre desde el tallo- Parecían susurrar.
Cada maíz tenía una forma, una cara pero ¡Eran tantos! Se perdían como se pierde el mismo maíz en el campo. Y tras el corte, esas caras, esas cuestiones amorfas subiendo, se veían algunas a lo lejos en las inmediaciones del granero, otras mucho más cerca. A un costado un barranco ni oscuro ni claro. Desde el un ángel blanco bien formado pero sobre todo muy blanco usando un arco. Siguiendo la soga que desde el partía veo como una flecha atraviesa una de las formas que intenta subir. Lo miro, es la cara de un hombre viejo, sus hombros están bien definidos en el dibujo pero el traje se pierde en la deformidad como en mis fantasmas de niño. La flecha atraviesa su pecho y no es la única. Veo ahora a otros tantos haciendo su trabajo, arrastrando esas criaturas hacia el abismo, jalando y forcejeando. Gritos, llantos y forcejeos…
Tras el corte de la hoz algunas formas alcanzan la oscuridad del cielo pero otras no, otras son tironeadas hacia los Ángeles, alejadas de la niña de senos enormes y minifalda que los llama. Tiene cuernos pero es muy bella, tan bella. Un ángel me apunta, esta muy lejos para darme alcance pero igual dejo de mirar su entrepierna. Solo por las dudas, se que es solo un dibujo.
El viento sopla; Ahora miro la primer fila de maíz y me asusto, una de las muertes esta tan cerca... Pero no me observa y esta en el dibujo… Elije entre tres personajes o maíces o formas o lo que sean... –Todos en el tallo, siempre en el tallo- Y desde el tallo y a medida que subo, veo como toman forma, un piquetero, una niña y un policía. Piquetero y policía tironean desde sus extremidades. Cada uno para su lado y me doy cuenta. La muerte no esta eligiendo, su cuchilla ya esta actuando pero no desde el tallo. La hoja abre su cabeza, la de la niña. Los otros dos personajes facilitan el trabajo. Ella se rasga como una tela. Es hermosa, quizás pertenezca a algún cuento de los Hermanos Grimm, esos de cuando era niño. ¡Que sensación cuando rompemos algo puro! ¡Que fácil que es hacerlo! Se rasga como una tela. Gritos, llantos, forcejeos y la tela rasgándose… El brillo de la hoja, la niña y sus partes, el policía, el piquetero. Volví la mirada hacia la muerte y hacia su cara, solo una mancha.
De arriba hacia abajo, no de costado. Parece correcto. Rasguen ese maíz hasta su tallo si eso lo que quieren.

pelado regalame ese dibujo... o el que quiera se lo agradeceré como pueda...

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