martes, 8 de abril de 2008

LOS FAROLES DE LA PLAZA ROCHA


LA ESTETICA LESSON I



Hermosos hasta para el más crítico, los faroles en la Plaza Rocha de la ciudad de La Plata logran “cautivar” la atención de todos los transeúntes, tanto más en el día que en la noche. Quizás esa alienación de puntas, circunferencias, pentágonos. Quizás sea la pintura descuidada, ese aire mítico que siempre tiene lo añejo, o esos vidrios totalmente opacos. Es posible que sea un poco de esto y de aquello lo logra que más de una pareja dedique sus segundos de descanso, para abstraerse de los ruidos, los empujones, los autos y todas esas penurias que la urbanidad les propone día tras día.
Lo que pocos saben, es que tras esa mística, esa propuesta de descanso, se esconde una historia tan opaca como los mismos vidrios. Y tiene que ver con el brillo o la falta de brillo de los que alumbran solo cuando están atrapados. La historia de una armonía perdida. Siglos durante los cuales los hombres y los Qs vivieron todos juntos y plena felicidad. Los hombres cultivaban la tierra, obtenían los alimentos para todos y los Qs por las noches alumbraban, ese era el trato o contrato como algunos desearon llamar. Alumbraban todo lo necesario. Las avenidas, las casas o el camino de quién necesitara, nada se negaba. Y así los Qs comían, los hombres veían en las noches y todos lograban esa felicidad mutua a la que se llega solo cuando hay fraternidad en las partes.
Pero entonces llegaron más hombres quien sabe de donde. Se amucharon, ya algunos no tuvieron espacios para cultivar y lograr la comida. Los humanos necesitaron que los Qs alumbraran más tiempo y más lugares. La mayoría de los Qs hicieron caso al pedio obedeciendo a su fraternidad característica fueron muy pocos los que se negaron. Atraídos por esa inmensa luz que se dejaba ver cada vez más y más lejos en los horizontes, llegaron más hombres y la tierra ya no fue suficiente. Algunos encontraron nuevas actividades derivadas del intercambio, ya no de la tierra, ya no del alimento, si bien se alimentaban. Empezó a faltar la comida y entonces muchos Qs murieron. A los que quedaron hubo que exigirles que alumbraran más horas por cada día.
Llegó un momento que las sombras cubrían todo lo que antes había sido campo y ahora se llamaba ciudad. Fue entonces cuando estos seres nobles decidieron abandonar la tierra, emigrar hacia otros mundos temiendo por su existencia ¿Cómo alumbrar tamaña oscuridad? Algunos lo lograron pero sin embargo los humanos, temiendo a las tinieblas, atraparon cuantos Qs pudieron para no dejar que se marcharan. Tal era el miedo a la penumbra que dejaron los escrúpulos de lado y sabiendo que estos seres emiten luz cuando están tristes o luchan por algo, atraparon a los Qs en majestuosos faroles, de vidrios opacos y puntas agudas. Formas exóticas que llaman a la mayor de las grandezas tal vez para ocultar el peor de los pecados. Lugar donde todavía hoy, los Qs alumbran nuestras noches desde la tristeza o desde la lucha. Lucha por libertad o felicidad perdida a nadie le importa… Iluminan solo las plazas y algunas calles, el resto es penumbra merecida que el hombre acepta porque sabe que en el fondo comió más de lo que produjo.
Pero alumbran y tanto lo hacen, que pocos se animan a mantener la mirada sobre el más humilde de los focos. Tienen miedo de que la tristeza se les quede grabada en la vista aunque sea por unos segundos nomás. Garabateo violáceo que recuerda la perdida de armonía y el principio de la penumbra.


Un tal Juan Gelman:

HISTORIA

Estudiando la historia,
Fechas, batallas,
Cartas escritas en la piedra,
Frases célebres,
Próceres oliendo a santidad,
Sólo percibo oscuras manos
Esclavas, metalúrgicas,
Mineras, tejedoras,
Creando el resplandor,
La aventura del mundo.
Se murieron y aún
Les crecieron las uñas.



//malaprendidos//

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